El otro día esperaba sigilosamente y ansiosamente un abrazo. Mi corazón se aceleraba por el estado de ansias casi incontenible de mi cuerpo. Yo solo esperaba.
Con la noche, el frío propio del otoño, un andar constante e inconsciente hacia que cada paso se volviera una suave tortura. Yo solo esperaba, esperaba que de la nada se parareciera delante mío el abrazo, el olor, el calor...el
Con mi caminar rutinario vi en el fondo el calor, un calor tan lejano, tan ajeno, tan mío. Mi abrazo.
Al llegar ya no estaba.
Mi deseo era más que eso, era más que un abrazo... mi corazón quiere más.
Con la noche, el frío propio del otoño, un andar constante e inconsciente hacia que cada paso se volviera una suave tortura. Yo solo esperaba, esperaba que de la nada se parareciera delante mío el abrazo, el olor, el calor...el
Con mi caminar rutinario vi en el fondo el calor, un calor tan lejano, tan ajeno, tan mío. Mi abrazo.
Al llegar ya no estaba.
Mi deseo era más que eso, era más que un abrazo... mi corazón quiere más.
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